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“Mi pueblo perece por falta de conocimiento”. (Oseas 4:6).

EL CAMINO

“Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer”. (Juan 15:5).

LA VERDAD

“Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. (Génesis 2:24).

Y LA VIDA

“Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman,a los que han sido llamados de acuerdo con su propósito”. (Romanos 8:28).

JESUCRISTO.

“Por consiguiente, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe”. (Mateo 19:6).

viernes, 12 de diciembre de 2014

Una noche oscura que deja enseñanzas...

lunes, 8 de diciembre de 2014

Falta de perdón.




El reto más grande para conocer el amor es perdonar.

Aprender a perdonar no es una cuestión sencilla porque para perdonar necesitamos tener valor, disposición, amor y entendimiento, nos negamos a perdonar por la influencia del resentimiento y del odio.


Resentimiento: significa recordar y sentir dolor.
Odio: significa sentir amargura y deseos de venganza.
Perdonar: significa soltar, liberarse.


Cuando conocemos a Dios, su justicia y su amor, comprendemos que no debemos tomar venganza de ninguna manera, pero que pasa con ese dolor que se siente al recordar momentos desagradables, ¿Cómo sacarse del pecho esa opresión involuntaria? estudiar esta respuesta debe ser una tarea de todos porque Mateo 6:15, nos recuerda que si no perdonamos las ofensas de otros, tampoco Dios perdonará las nuestras, sin perdón nuestras oraciones no pueden avanzar y por consiguiente nuestras metas se estancan.

Es muy importante comprender que perdonar es necesario porque la persona a la cual te niegas a perdonar no es más infeliz, ni sufre las consecuencias de tu falta de perdón, por el contrario, el que más sufre por ello eres tú, ya que vives con una enorme carga emocional que pesa y no te deja disfrutar de las cosas bellas que tiene tu vida.

 “Ante todo, tengan amor intenso unos para con otros, porque el amor cubre una multitud de pecados”, (1 Pedro 4:8). Es fácil amar a quienes nos aman pero qué difícil es amar a quienes nos destruyen, por esa razón, el perdón es el reto más grande para conocer el verdadero amor.

Motivos por los cuales nos cuesta perdonar a otros:

1.  Nos cuesta perdonar porque aceptamos en nuestra mente conclusiones equivocadas*.
-       Si perdono, esta vez saldré perdiendo.
-       Si perdono, le restarle importancia a su falta.
-       Si perdono, tendré que olvidar lo que hizo.
-       Si perdono, tendré que soportar que continúe haciendo lo mismo.

El asunto de todas estas conclusiones es que nadie necesita más del perdón que el que tiene falta de perdón porque perdonar es liberarse del sufrimiento, perdonar es abrir puertas espirituales para que nuestros sueños puedan ser materializados en la tierra, cuando perdonamos existen un gran ganador y ese ganador somos nosotros.

2.  Nos cuesta perdonar porque sentimos que nuestro perdón depende de la persona que nos hirió.
       - Si reconoce sus fallas puedo perdonar.
        -Si muestra frutos de arrepentimiento puedo perdonar.
- Si se compromete en cambiar puedo perdonar.

Si dependemos de otras personas para perdonar posiblemente, nunca nazca el perdón porque algunos jamás reconocerán el daño físico o emocional que le causaron a tu vida, otras morirán sin tener el mínimo remordimiento por lo que causaron, ¿Qué tal si no es una persona sino varias las que te causan dolor? Acumularías cargas tan enormes en tu corazón que podrían terminar con tu salud física y emocional.

¿Existen herramientas para perdonar?
Sí, la principal es la oración, orar es conversar con Dios, orar es ser sinceros con nosotros mismos y exponerle nuestros sentimientos a nuestro Padre, es decirle: Existe algo dentro de mí que salió de mi control pero tú con tu amor puedes sanarme”. (Ver Salmos 6:9). También es importante aprender a aplicar la empatía, tratemos de colocarnos por un momento en el lugar de aquella persona que nos causó dolor buscando justificar sus fallas en su infancia, en sus experiencias, en sus falta de conocimiento, en sus miedos, quizás haciendo esto puedas ver en esa persona un ser indefenso con apariencia de maldad. (Ver Lucas 6:31). Por otro lado, debemos buscar nuestra responsabilidad en el asunto, debemos pedirle a Dios que nos haga recordar palabras o actitudes que pudieron haber sido un motivo para que aquella persona justifique su mala actitud hacia nosotros. (Ver Gálatas 6:7).

Otras sugerencias:
Lo ideal es tratar de expresar tu dolor, pero si sientes que ya no puedes conversar con esa persona, pues escríbele una carta sin necesidad de entregársela y escribe lo que te dolió, lo bueno que recuerdas de esa persona y con sinceridad lo que te hubiese gustado recuperar de esa relación de amistad, familiar o de pareja, escribe: te libero y me libero, que no queden deudas entre nosotros, para que ambos seamos merecedores de la vida eterna.  Si después de escribir esta carta en otra oportunidad nuevamente recuerdas con dolor, expresa estas palabras mentalmente: “Te libero y me libero, por amor a mi Dios”, hazlo cuantas veces sea necesario porque si sueltas voluntariamente ese sentimiento, Dios hará el milagro, de igual manera recuerda lo que dijo Jesucristo: “El Espíritu del señor esta sobre mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres, me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos, y la recuperación de la vista a los ciegos; para poner en libertad a los oprimidos”. (Lucas 4:18).

Tú no puedes solo o sola pero acompañada de Jesucristo lo lograrás. “Padre ayúdanos amar con amor genuino”.
EL AMOR NO HACE DAÑO.

Escrito por: @YelitzaGuez

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